jueves, 10 de marzo de 2016

Testimonios

Para mi es un honor acompañar a una persona en su despliegue, una hermosura.

Algunos de los seres que vinieron a mis clases nos regalaron estas palabras...ecos resonantes de los encuentros. Una estela de luz dejaron a su paso, en el espacio y en mi...

Gratitud...




Aquí van algunos:

Llegué a Fedora atraída por la idea de viajar a través de la música. De la mano de Indira, mi maestra, quien es mi guía en este camino, pude entregarme a ese viaje con mi cuerpo, con la plena confianza de estar en un ambiente de cuidado, compromiso y compañía sincera. 

También con ella pude profundizar en la exploración de mi carta astral y trabajar desde ahí con distintas actividades (adaptadas a lo que yo necesitaba). 

La propuesta empezó con una invitación a dejar de hacer, liberar al cuerpo de los roles, dejar de demostrar para que emerja lo verdadero, la esencia, para recuperar el estado de pureza. Descansar en la tierra, dejar de hacer fuerza en contra y entregarse a la ley de gravedad, para abrir el Centro Magno, y  desatar la energía de la médula respondiendo al estímulo de los sonidos como medio para hacer viajar al cuerpo. La música con sus vibraciones van generando nuevos senderos internos, que nos llevan a lugares maravillosos.

En mi caso, vivi un proceso de limpieza, de desmalezamiento, que me puso en contacto con la raíz de mis bloqueos. Es ahí donde se dio la sanación: las cosas aparecieron para aceptarlas y soltarlas. Entonces volvió una sensación de sincronicidad, de escucha al ritmo de la naturaleza, de la luna, de la energía solar, de la energía de los árboles. Sucede una sensación de estar despiertos, recuperar el instinto animal, de todos esos animales que nos habitan: recuperar la sabiduría de la naturaleza. Reconocerse uno con esta casa donde vivimos, escuchar esas voces que nos guían por los senderos sinceros, esos que realmente nos llaman a caminarlos. Viajar, viajar por la vida, apropiarse del propio cuerpo, empoderarse, estar en el aquí y ahora, transitando la vida con la intensidad del cuerpo. Entregarse al placer y ser realmente capaz de soportarlo, de regalarnos placer. Hacer lo que sea que se haga pero atravesado por la vida, dispuestos a explorarnos, y a entregarse a lo que venga, estar dispuestos a aceptar: la Alegría y la tempestad, porque la sombra hace a la luz. La vida nos habla, y para saber por donde ir hay que aprender a escuchar. Para eso es necesario apagar la mente, esa que habla y habla y no escucha. Esa que dice que hacer, esa que quiere controlar. Se rompe esa ficción del control, y cuando eso sucede es maravilloso. 

Fedora me cambio la vida. O quizás yo cambie mi vida al decidir abrirme a Fedora. La desición de explorar, de sumergirme en mi propio océano sin miedos, de soltar las compuertas para que las emociones corran libres, de limpiar el cuerpo de todas esas malezas que si no se depuran se convierten en piedras con la que constantemente tropezaremos.

Fedora no funciona como una terapia sino como un sistema de re ordenamiento de la consciencia, para abrirla, expandirla, volver a despertar esos sentidos dormidos, reconectarse con ese yo astral que nos pide conocerlo. Desatar esa bestia que quiere cantar, danzar, amar sin ataduras. Como dice la propuesta: abrir para dejar pasar. Abrirse a ser atravesado.

Giuliana, música.

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Correr, llegar, bajar, soltar, relajar, silencio...
Recuerdo que la primera vez que llegué al espacio lo hice a una velocidad que era disruptiva con esa otra energía tan cálida que me recibió. No podía parar de hablar y moverme. Unas pocas palabras me sirvieron para entender que ese tiempo, ese regalo, era para mi y para ella. Para mí, el único momento en que podía desconectarme de una vida veloz e intensa. Para ella un mundo en el que compartir fue la clave. Compartir su técnica, su lugar y su voz.
Derretir. Derretir pensamientos que fluyen por el cuerpo y se van por un rato...soltar tensiones, respirar y bajar velocidades. Afirmarse a la tierra, entregarse a la voz que recorre cada milésima del cuerpo. Vibrar con la energía de los cuencos y la música que fluye, ingresa, nos atraviesa, sale y vuelve como un torbellino...
Y en esa intensidad, tan diferente, tan inmensa y a la vez relajada...las cosas fueron sucediendo.
El cuerpo dispuesto a ese tiempo de cuidado, se enfrentaba al día mas poderoso, mas afirmado.
Resuenan durante horas, dias los efectos de ese tiempo. Gracias por compartirme tu saber, tu música y tu voz.  

Analía, socióloga

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Mi escueto tránsito en los encuentros de Fedora, me dejó grandes aprendizajes. Me enseñó rincones concretos de mi vida interior, que no conocía, paisajes que me estaba perdiendo. Hizo que me encuentre con el Fran de 5 años, olvidado hace 23 años... Me enseñó a pararme sobre la tierra, con confianza. Me enseñó a dirigirme hacia los demás desde otro lugar que no es con los ojos. Y si sigo buscando seguro que sigo encontrando. Gracias!!

Francisco, músico

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Una experiencia única donde se conecta con el propio cuerpo, se sintoniza y se logra llegar al interior de cada uno.  

Marisol, docente

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Fedora e Indira son la llave y el tesoro juntos; un ser de sutileza y capacidad de frente a un palacio milagroso, al servicio de quien tenga el principio de anhelarlo. 

Alejandro, músico

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