lunes, 1 de agosto de 2011

Y si La Estrella hablara...

Por Alejandro Jodorowsky:



Estoy en el mundo, soy del mundo, actúo en el mundo.


Estoy en mí, soy de mí, actúo en mí.


separada y unida al mismo tiempo, ínfimo engranaje de una máquina cósmica,


colaboro, recibo y doy, absorbo y reparto.


Mi desnudez es completa: ningún principio me guía, ni más ley que la natural.


Si digo "soy" es porque en la infinita multiplicidad de los seres y de las cosas


he encontrado mi sitio, en el mundo y en mí misma, es lo mismo.


Ya no necesito buscar, ni tengo imagen alguna de mí misma pues estoy en mi sitio.


Aquí y en todas partes, voluntariamente atada.


Estoy en cada partícula de polvo, en cada territorio, cada curso de agua,


cada estrella, cada parte de mi cuerpo.


¿Y cómo no respetaría al mundo, a mis huesos y a mi carne?.


Toda esta materia no me pertenece, me fue prestada sólo por un fragmento de tiempo.


Y la respeto, porque es mi templo, el templo donde reside el Dios impensable.


El espíritu es materia y la materia es espíritu, el universo nace y estalla constantemente,


y en su centro, ahí donde me arrodillé, estoy.


Si digo " estoy ahí " quiero decir " en aquello " que sostiene a cualquier vida,


en esta fuente incesante de energía que distribuyo por mi mente, mi corazón, mi sexo.


Energías de una pureza sublime que al brotar de mí, limpian al mundo.


Devuelvo el perfume a la atmósfera, su dulzor a las aguas del río, su fertilidad a la tierra,


y su vida a todos los océanos.


No hay un solo sitio en el cosmos en que yo esté ausente.


En cada instante nunca abandono el presente.


Ni el pasado ni el futuro pueden encadenarme.


Ni los arrepentimientos ni los proyectos.


Constante, fiel a mi lugar, recibo y doy.


Y cuando digo " Soy del mundo y de mí misma ",


significa que me entrego sin reticencia,


eliminando hasta su raiz la más oscura de las críticas.


No juzgo. Amo y sirvo.


No me separo, ni siquiera por espacio del grosor de un cabello;


pertenezco, es decir que venero, obedezco.


Por eso estoy desnuda, desnuda como un árbol, un pájaro o una nube.


Soy de mi cuerpo, de mi carne y de mi sangre; siendo,


me resulta imposible abandonar o abandonarme a mí misma.


¿Cómo no amar lo que me posee amorosamente?.


Así como me doy a la tierra me doy a mi carne y a mis huesos.


Al igual que me confío a los océanos me confío a mi sangre.


Al igual que me entrego al aire me entrego a mi piel;


al igual que me remito a las estrellas me remito a mi cabello.


Y llena de este amor de esclava, radiante, actúo sobre el mundo y sobre mí misma.


Actúo, es decir que voy con el mundo, eliminando los obstáculos,


transmitiendo la energía que viene de más allá de las estrellas.


Me limito a enriquecer y purificar, y nutrir, y comprender, y purificar.


Asimismo actúo sobre mí: me abro a todos los infinitos,


dejo que el aliento de los dioses circule por todos los poros de mi sangre.


Permito a todos los misterios que me atraviesen.


Y en el centro de mi vientre, ya infinito, recibo y dejo que nazca


la totalidad de la luz.


***